Qué haría yo si tuviera un día libre de turista en Girona?

Esta es una pregunta que me hago muy a menudo: ¿qué haría en Girona si viniera como turista? ¿Cómo planificaría una jornada en una ciudad que me enamoraría al instante con la información que tengo ahora mismo?

Después de muchas vueltas e ideas rechazadas que bien podrían haber sido dadas por buenas, el resultado (súper personal!) es el siguiente:

 

Mañana

Mi inicio de día empezaría por un buen almuerzo en el lugar donde hacen los mejores minis de jamón de la ciudad: la cafetería El Campus, delante la vicaría de la UdG, en lo alto de la ciudad. Aprovechando que ya hemos subido escaleras, subiría algo más hasta uno de los espacios más románticos de la ciudad: el Pati dels Alemanys. Desde arriba de la torre de defensa, haría fotos de la panorámica espectacular de la ciudad y me fijaría en los exuberantes patios del Barrio Judío que solo se pueden contemplar desde aquel punto.

Una vez hecha la primera parada, visitaría el Museo de Arte de Girona (o por los que no sois tan amantes del arte como una servidora, os recomendaría el Museo del Cine). Allí se descubren piezas únicas de época medieval y hacen unas exposiciones temporales interesantísimas.

 

Tarde

Después del museo, si el bolsillo me lo permitiera, haría un menú de temporada en el restaurante Cal Ros, uno de los mejores de la ciudad y en pleno barrio menestral de Girona, bajo unas arcadas de piedra. Después de comer es el mejor momento para visitar la gran Catedral, vacía de turistas. Por supuesto, contrataría una visita guiada que me explicara bien los secretos que esconde la única nave, el claustro románico y el Tapiz de la Creación. Después de hacerme mil selfies en las escaleras de la Catedral, haría una parada para merendar a Martina Sweet Cakes y me comería un cupcake RedVelvet (son espectaculares!). Después de este descanso, haría un buen paseo por el barrio del río Galligants y el Barrio Judío, observando paredes, puertas, ventanas y la vida cotidiana de la ciudad.

 

Noche

Cuando se pone el sol es el mejor momento para contemplar los colores, siempre cambiantes, de las casas del río Onyar. Diría que la mejor perspectiva es desde la Plaza de la Independencia con calle Berenguer Carnicer. A la hora de cena, elegiría quizás un menú más afrancesado: unos vinos, quesos y embutidos en La Simfonia, o bien una buena Galette a la creperie La Vedette. Y después? Una buena copa en la terraza del Hotel Ultònia o bien un concierto de jazz en directo al Sunset Jazz Club. Un último vistazo a la Catedral iluminada por la noche y un paseo por las calles de la preciosa ciudad nocturna finalizarían mi día ideal a Girona.